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"Con un buen aislamiento de los edificios se puede reducir la factura anual de la comunidad de vecinos en 8.000 euros"

Según explicó Francisco Javier Fernández Campal, presidente de la Fundación La Casa que Ahorra durante el acto de presentación de resultados del Programa de Diagnóstico Energético del Hábitat Urbano

Una gran parte de las viviendas con más de 20 años de antigüedad desconocen el valor del ahorro energético. En España representan el 80% de los edificios, unos 17 millones, y en Cantabria, la cifra se sitúa en 30.000 hogares. Si estas viviendas tuvieran unas mínimas condiciones que permitieran un ahorro energético, cada comunidad de vecinos podría ahorrar en su factura anual unos 8.000 euros. De esta manera tan gráfica expuso ayer Francisco Javier Fernández Campal, presidente de la Fundación La Casa que Ahorra, durante la celebración del II Día de la Energía, los resultados del Programa de Diagnóstico Energético del Hábitat Urbano realizado en Santander.

Más de medio centenar de personas se dieron cita en el Palacio de Exposiciones para asistir a esta presentación. Personas relacionadas con el mundo de la construcción, del sector energético y representantes municipales se dieron cita en este acto para conocer de primera mano la situación edificatoria de Santander y sus necesidades más inmediatas para mejorar la eficiencia energética de las viviendas.

Este estudio se ha llevado a cabo en el barrio de San Francisco, un edificio de los años 60-70 en el que no existe ningún tipo de aislamiento térmico en sus cerramientos, y no han sufrido ninguna rehabilitación energética. En concreto, se han analizado dos bloques de viviendas situados en el barrio, uno correspondiente a los portales 35, 36, 37 y 38, (bloque I) y el otro de los portales 6, 7, 8 y 9 (bloque II). Estos edificios son similares, pero el cerramiento exterior cambia significativamente.

El estudio se ha realizado mediante un análisis termográfico. Los resultados en los cerramientos exteriores es que los puntos térmicos más débiles son las ventanas y las puertas exteriores, por su mayor valor de transmitancia. En el caso del bloque II, la uniformidad térmica en el cerramiento exterior ya no es tan patente, y se distinguen zonificaciones térmicas en los cerramientos opacos tales como cantos de forjado, vigas exteriores o muros de carga. El comportamiento del resto de los elementos es similar al de los otros bloques. En el caso del bloque I el cerramiento exterior es de una hoja de ladrillo perforado de dos pies de espesor que, en palabras del presidente de la Fundación, con la implantación de distintas medidas se pueden obtener importantes beneficios económicos. En el caso del edificio I podría alcanzar los 8.000 euros al año, mientras que en el caso del segundo bloque la cifra sería de 5.000 euros.

Las medidas propuestas se centran en implantar un sistema de aislamiento por el exterior compuesto por un panel de lana mineral y un acabado exterior de mortero, que podría suponer una reducción de hasta un 29% de la demanda de calefacción. Otra propuesta es el aislamiento de cubierta formado por paneles de lana mineral y lámina impermeabilizante autoprotegida, que permitirá el aislamiento térmico y confort acústico. En este caso el ahorro en calefacción alcanzaría el 17,56%. Por último, la sustitución de ventanas (vidrio+marco) actuales y mejorar sus prestaciones térmicas alcanzaría un porcentaje de ahorro del 14%.

El conjunto de las medidas aplicadas supondría un 65% de ahorro en la demanda final del edificio, lo que se traduciría en un reembolso de casi 8.000€ en la factura relacionada con la demanda energética del mismo.